jueves, 17 de noviembre de 2016

El libro de los últimos días - Máximo Vega

Publicado en la revista digital Mediaisla (2012)


Entendiendo que  un Ensayo es una composición en prosa sobre un tema de libre elección, en el que prevalece la opinión del autor,  El libro de los últimos días, del escritor  Máximo Vega,   nos revela su mundo interior.   Empieza con una cita de Manuel del Cabral: “Tan cerca estoy de cosas que están siempre desnudas”.   Y esta vez el escritor,  nos deja ver más allá  de la vida bohemia de Ana y los demás,   más allá del realismo de El mar.    Nos confiesa: “la única relación permanente que he tenido, y me parece me acompañará hasta la muerte… ha sido el arte”.     Es precisamente de arte que tratan la mayoría de los ensayos y artículos de este libro.  


Aunque, por lo general, las biografías de Máximo Vega sólo indican que nació en el 1966,  descubrimos que es 18 de noviembre,  y que en el 2006 su cumpleaños coincidió con la muerte de nuestro querido poeta Dionisio López Cabral.  Que conoció a don Virgilio Díaz Grullón “la tarde de un sábado lento”,  quien “quería decirnos algo sobre el ser humano a lo que todavía no hemos sido capaces de acceder completamente”.   Notamos además que Álvaro Mutis no es de sus escritores favoritos.

El título del libro sugiere una idea apocalíptica, sin embargo, la portada, una magnífica escultura de Sacha Tebó, parece transportarnos al inicio de los tiempos.   No porque Sacha haya vivido en el paleolítico como insinúa el autor,  sino porque esa manera tan original, de este artista haitiano, nos regresa a una época de inocencia primitiva.  No sé si Sacha creía en la reencarnación,  pero  Vega, divaga sobre una idea: qué pensará Sacha cuando vea sus obras desde otro cuerpo,  “quizás como un buey, quizás como un crítico de arte”.

Máximo Vega habla sobre sus escritores preferidos,  indudablemente Onetti y Faulkner llevan la delantera.  Sin dejar de lado a João Gimaraes Rosa,  Albert Camus, José Saramago.  Nos dice que “reseñar un libro siempre es riesgoso”.   Pienso que si la obra pertenece a un escritor, con quien te pudieras encontrar en cualquier momento, el riesgo es mayor.  Por eso, la mejor manera de  escribir libremente sobre Vega es imaginar que él vive en Xiros, la isla griega descrita en uno de los cuentos de Julio Cortázar,  y que solo por un azar del Internet pudiera leer lo que hoy escribo. 

Su mayor pasión es  la Literatura, y se siente fuertemente atraído por la pintura,  la música, el cine (como arte).   Películas como El lado oscuro del corazón,   le agradan tanto porque sus personajes se confunden con los que él describe en “Santiagueando”.   Pero ¿quién podría ser Oliverio?: Puro Tejada,  escribiendo en algún rincón,  o Ramón Peralta seduciendo a la muerte con sus poemas.   O el propio Vega (aunque no se define a sí mismo como poeta),  incapaz de perdonarle a una mujer que “no sepa volar”.

Esta ventanilla que hoy se abre ante nosotros,  nos refleja a un escritor consciente,  seguro de sus ideas.  Escribe con rabia y dolor sobre Juan Pablo Duarte.   Es interesante que lo llame el “Arquitecto”,  ya que ese era el grado masónico que se presume Duarte ostentaba en la  Logia Constante Unión, a la cual pertenecía.   Pero los ideales de este arquitecto han quedado rezagados a un pasado difuso y complejo.   Y aquí no sabemos si el hombre, el artista o simplemente el dominicano se hace una pregunta que muchos nos hemos hecho “¿Qué hubiese pasado si Duarte hubiese sido presidente de la República?”

Este olvido de los ideales Duartianos,  que nos impulsa a pensar como norteamericanos,  o más bien como estadounidenses , provocando la pérdida de nuestra identidad,  la negación de nuestras raíces,  ocultar que somos un pueblo de mulatos y mestizos,  no de indios como decía nuestra cédula de identidad y electoral, por el capricho de un dictador.    Hablar, escribir, pensar sobre estos temas siempre hacen hervir la sangre,  tal vez por impotencia,  quizás por incapacidad.    Nos sorprende encontrar en  El libro de los últimos días en medio de El Pozo de Onetti,  de El Extranjero de Camus, de los Cien años de soledad de Márquez,   estos ensayos  que de alguna forma nos recuerdan que si no sabemos quiénes somos, ni hacia dónde vamos, entonces no llegaremos a ningún lugar.

Volvamos al arte,   reconocer que “una sola ficción puede salvar a un ser humano de la locura”,   y  llegar, por la magia de la literatura a “Un sueño realizado”.

Todo escritor siente un deseo inagotable de comunicarse,  En El libro de los últimos días, Máximo Vega además de compartir con nosotros algunas palabras, obras e imágenes, siente el deseo de criticarlo todo,  incluso a sus amigos más cercanos.  

En esta era,  donde la más avanzada tecnología puede llegar hasta nuestros bolsillos a través  de los teléfonos inteligentes,  Vega  amante de los libros tradicionales,  como los que leía Faulkner,  Camus,   Bosch, nos seduce con una idea tentadora.  Pertenecer a una estirpe, encargada de proteger una biblioteca  secreta que contenga los últimos volúmenes impresos en papel.   En una pequeña isla del Caribe dividida en dos naciones... “mientras la gente común y corriente acuda a las mediatecas o bibliotecas virtuales”.


 “Al mismo tiempo que alguien pulsa un botón y espera que se ilumine una pantalla, un libro se abre y reaparecen los sueños de Onetti”.  Y alrededor de estos sueños Andrés Acevedo,  Pastor de Moya,  Ubaldo Rosario,   José Acosta, Abersio Núñez y por supuesto Máximo Vega.

lunes, 24 de octubre de 2016

En tiempos de vino blanco

La soledad del escritor

 
Muy buenas noches a las personas que nos acompañan en este espacio literario especialmente diseñado para esta ocasión,  a los miembros de la prensa, a los artistas, a los familiares, amigos y al público en general que se ha dado cita en esta noche.

La publicación de un libro implica siempre un esfuerzo colectivo, en este momento quiero agradecer de manera personal a la Alianza Cibaeña y a su presidente Ing. Gregorio Amado Padrón.  A los escritores: Andrés Acevedo, Máximo Vega, Marlon Anzellotti y Daniela Cruz, a nuestra cantante invitada Ivelisse Jiménez, a Mónica Padilla a mis sobrinos Mel y Enmanuel Tavárez y a mis cómplices: Randy Simões, Jon Soldani, Eneris Tavárez y por supuesto Manuel Tavárez.

Sin embargo, antes de llegar a este punto,  el momento en que un lector pueda tener una obra terminada en su mano, un escritor debe enfrentar un desafío: es el mito de la página en blanco y para esto la soledad es una condición necesaria, imprescindible. 

Mucho se habla sobre la soledad.  Pero, ¿qué es? ¿Cuál es la descripción más acertada?  Una de las definiciones más sencillas dice: “Circunstancia de estar solo o sin compañía”.  Sin embargo, para un escritor va más allá.  No es simplemente el hecho de estar solo, sino de sentirse solo.  Que en el momento justo de la creación, en ese espacio únicamente existan él y la página en blanco.   Entonces podríamos modificar la frase y decir soledad: “Circunstancia de sentirse solo o sin compañía”. Y ese sentirse solo implica que el escritor debe descubrir el espacio y encontrar el tiempo necesario para poder comulgar con su obra.  Algunos escogen como santuario un lugar de la casa, otros una oficina,  un parque, una iglesia,  un bar.  El entorno no es importante,  lo que realmente interesa es la capacidad de aislamiento del escritor.  Gabriel García Márquez decía que “el mejor lugar para vivir un escritor es un burdel: fiesta en la noche y silencio sepulcral en las mañanas”.

Con el tiempo el escritor se aleja de las distracciones del mundo y siente cada vez más profunda la necesidad de estar literalmente solo.   El autor, comprometido con su obra, se vuelve más exigente consigo mismo.  Una frase de la novela Aura del laureado escritor mexicano Carlos Fuentes dice: “La soledad es necesaria para alcanzar la santidad. Se han olvidado de que en la soledad la tentación es más grande.”   Sí.  La soledad es tentadora y una vez que te acostumbras a ella inventarás mil escusas para poder disfrutarla. Sin darse cuenta algunos escritores se convierten en misántropos y rehúyen el trato con las personas, otros simplemente tienen una doble vida, guardan las apariencias, establecen horarios y espacios, creando un mundo paralelo que les permite convivir con la sociedad, sin renunciar a su necesidad de escribir.


La escritura se convierte en un hábito, una parte esencial de la vida del escritor,  por definición escritor es quien escribe y en este caso, quien escribe obras literarias, por lo tanto el escritor  deberá anteponer y defender si fuera necesario su derecho a escribir.  

El escritor de cuentos es como un velocista de  los cien metros planos,  pone toda su concentración, su energía, su fuerza y su entusiasmo en una corrida que dura poco tiempo.  Luego extasiado disfruta su hazaña.  El escritor de ensayos es como quien corre una carrera con obstáculos con su vista siempre fija en la meta, sabiendo que deberá salvar algunos estorbos antes de llegar a ella.  El escritor de novelas es como el quien corre en un maratón,  necesita un esfuerzo continuo, prolongado pero cuando sea necesario deberá bajar el ritmo, rehidratarse, determinar si su estrategia lo llevará a buen término y entonces continuar.   A diferencia de las competencias de atletismo, los escritores no compiten entre sí,  su competencia es consigo mismo,  llegar a los niveles de excelencia exigidos por el propio autor.  No interesa si tardamos un día o quince años,  lo importante es que la obra sea el reflejo de nuestro mundo interior,  que nuestros personajes,  esos seres que sólo pueden existir a través de nosotros, sean libres, independientes.  Como las semillas de cedro que vuelan lejos para germinar, y convertirse al igual que su progenitor en un árbol fuerte, alto, imponente.    Así nuestros personajes, una vez conozcan la luz, nos abandonarán. No nos necesitan,  tienen su propio nombre, cuentan su propia historia.  Cuando esto suceda, una vez más, estaremos solos y nuevos personajes con nuevas historias llenarán nuestro mundo.

Es difícil describir el ambiente necesario para que un escritor pueda crear una obra literaria.  Yo, para escribir,  necesito una taza de café, una página en blanco y estar sola, o mejor dicho sentirme sola.  Para mí, siempre ha sido así… desde los lejanos tiempos de ginebra hasta los oníricos tiempos de vino blanco.

¡¡Salud!!


¡¡Buenas noches a todos!!

sábado, 27 de febrero de 2016

Enigma - Cuento

Primera Mención
22º Concurso de Cuentos 
Radio Santa María

No  sabes qué hacer.  Has estado hincada ante la imagen de la virgen por más de diez minutos, sin atreverte a pronunciar una palabra.  En el fondo te avergüenza solicitarle ayuda, pedirle consejo.  Te pones de pie, apagas la vela y te acuestas.  La habitación se siente ligeramente iluminada.  La luz artificial de la calle se filtra por los orificios en el techo, que brillan como luciérnagas volando hacia el infinito.  No logras mantenerte sobre la cama,  de nuevo te levantas, tomas el ticket que habías dejado encima de la cómoda.  Comparas una y otra vez los números que habías anotado en una hoja del cuaderno de Carlitos.  Tus manos tiemblan.  Sientes una punzada en el estómago,  una opresión en el pecho,  un nudo en la garganta.

Hace algunas horas, llegaste a la casa de tu vecina,  quien se había ofrecido para cuidar a tu nieto,  todavía tenía fiebre.  Lo llevaste a tu casa,  le preparaste una sopa boba que el niño rechazó.  De verdad estaba muy enfermo.  Hacía rato que había caído la noche, le estabas poniendo compresas de agua fría sobre el vientre y la cabeza, la fiebre parecía ceder un poco.   Encendiste el televisor, más por costumbre que por entretenimiento.  Buscando algo que ver,  te topaste con el sorteo del Loto.  Mirabas con desinterés, hasta que salió el primer número.  Te impresionaste.  Buscaste el ticket en tu cartera,  cuando lo encontraste ya habían salido cinco números.  De un globo más pequeño emergió el sexto.  De algún modo se escabulló entre sus compañeros, se filtró por el tubo transparente y miró hacia la cámara, hacía ti, que lo observabas: excitada e inmutable. 

Sonreíste.  Emocionada anotaste los números, estabas invadida por una extraña felicidad,  no obstante, este sentimiento duró apenas unos segundos,  fue  remplazado por otro más pesado, más duradero.  El boleto que sostenías en tus manos, no te pertenecía.  Quedaste a oscuras.   No era una sensación metafísica,  ni un sentimiento provocado por tu alma que se aprestaba a una enigmática prueba.  Simplemente, falló la energía eléctrica.  De inmediato,  se escucharon las imprecaciones de tus vecinos;  maldiciendo al gobierno, maldiciendo a Dios,  pero sobre todo maldiciendo la vida que les tocó vivir,  porque saben que no hay escapatoria.  Nacieron en este cerro, al igual que sus padres,  y los padres de sus padres y lo único que heredaran sus descendientes será esta miseria.  Miraste a Carlitos, quien se quejaba entre sueños, pensaste en sus hijos,  y en los hijos de hijos.

Nunca has vivido una noche más angustiosa que esta.  Dices para ti: “el diablo no duerme”.  Si el señor González tiene la costumbre de jugar el Loto todas las semanas,  ¿por qué no lo hizo antes de irse para Santo Domingo? ¿Por qué decidió no regresar en automóvil, cuando se enteró, que el piloto de su helicóptero estaba indispuesto? ¿Por qué tenía que llamarte ti para que jugaras su boleto, tú que apenas andas con lo del pasaje?   Sólo hay una explicación válida.   La suerte es algo caprichoso e impredecible. 

Las luciérnagas  se han esfumado.  El viento empieza golpear con furia las ventanas,  se escucha el rugir de los clavos,  defendiendo tu techo,  una lucha tenaz que tal vez han librado por décadas y sólo hoy te percatas de ello.  El niño se ha quedado dormido.  Buscas una ponchera en la cocina,  metes una toalla dentro de esta y la colocas sobre la cama, para que las gotas, al caer, no salpiquen tus pies.   Te acuestas,  aunque sabes que no dormirás.

¿Qué significa esto?  Tal vez Dios escuchó tus plegarias.  ¿Y no fue Él?

Crees en la suerte, sin embargo nunca apuestas,   por lo tanto, la única forma en tú y ese súper premio se encontraran, en un abrazo utópico, era esta.    El señor González fue sólo un medio.  Él no eligió los números,  lo hizo el azar.  La suerte no era de él,  ni del guardián que te prestó el dinero, ni del señor que te cedió el turno en la fila.  La suerte era tuya.  Es tuya.  Tus manos tiemblan,  tienes en tu poder un boleto válido por más de cien millones de pesos.  Sólo tú lo sabes.  Carlitos sigue envuelto en los delirios provocados por la fiebre.

Hace siete días de aquella noche tormentosa.  Le das un beso en la frente a tu nieto y lo bendices para que duerma tranquilo.  Dejas descansar tu cabeza sobre la almohada,  quedas profundamente dormida.  No notas que las luciérnagas han emigrado de  nuevo, dando paso a lluvia que con ternura resbala sobre el techo, cayendo sin prisa sobre tu cama.  No sientes tus pies húmedos,  como tampoco sentirás los primeros rayos del sol que se filtrarán por la rendija en tu ventana.   Mañana, cuando vayas a hacer la limpieza, debes recordar decirle al guardián que le pagarás a fin de mes, porque la semana pasada,  cuando con voz entrecortada y manos temblorosas le entregaste el boleto ganador al señor González,  este se puso tan contento que olvidó pagarte los cien pesos.


lunes, 25 de enero de 2016

Juan Pablo Duarte

Por: Sandra Tavárez

Nace el 26 de enero de 1813. Su padre un comerciante Español,  su madre una mujer amorosa de carácter apacible nacida en Villa de Santa Cruz, El Seibo.  Hoy a más de  doscientos años de su nacimiento notamos que el pensamiento duartiano se ha diluido, esta negación empezó desde el nacimiento de la llamada República Dominicana,  porque nosotros, desterramos de esta tierra en más de una ocasión a quien ideara nuestro  concepto de independencia.


Duarte fue un visionario,  gestó nuestra nación bajo el lema de: Dios, Patria y Libertad,  afirmando con esto nuestra fe cristiana, nuestro amor a la tierra que nos vio nacer y nuestro derecho a ser libres.

Al momento de acontecer lo que los historiadores han llamado la Independencia Efímera, de José Núñez de Cáceres, Duarte solo contaba con ocho años de edad,  de algún modo este deseo de emancipación echó raíces en su mente y en su corazón.

A la edad de quince años fue enviado a Inglaterra para completar sus estudios, luego fue a Francia y más tarde a España.   Los cambios que en aquella época se produjeron en Alemania y Francia,  y los grandes acontecimientos acaecidos en España,  contribuyeron a crear el ideario político de Duarte.  La oportunidad de recibir una educación liberal  fue determinante en su formación.  Siendo testigo de los derechos que tenían los europeos y reconociendo que somos un pueblo con identidad propia,  la idea de independencia empezó a germinar en su cabeza.  El derecho a su pueblo de ser libre e independiente.    

El escritor Máximo Vega,  en El libro de los últimos días,  sostiene que Duarte fue un hombre de una sola idea: La Patria.   Duarte en septiembre de 1843  en su primer exilio dice: “Mi pensamiento, mi alma, yo todo,  no me pertenecía: mi carísima Patria absorbía mi mente,  llenaba mi corazón y sólo viviría por ella”.

Ese hombre cuyo único pensamiento era la Patria,  fue condenado al exilio en tres ocasiones,  primero por extranjeros invasores, luego por malos dominicanos.  Finalmente murió lejos de su tierra.

En el libro Vicisitudes  de Juan Pablo Duarte el escritor Juan Daniel Balcácer señala que Duarte “Profesó una doctrina política fundamentada en el sistema democrático…”  Parafraseando aquel poema de Jorge Luis Borges que dice: “¿De qué puede servirme que aquel hombre / sufriera, si yo sufro ahora?, el historiador, Balcácer escribe: ¿De qué ha servido que Duarte sufriera por nosotros, / si los dominicanos también sufrimos ahora?

Juan Pablo Duarte fue proclamado Presidente de la República por el Cibao.  No aceptó tal distinción porque entendía que quien gobernara la novel Nación debía ser escogido por medio de elecciones libres. 

Aunque su vida está revestida de una ligera niebla debemos, sacar a la luz  todo aquello que él representa.   Juan Pablo Duarte era poeta, un patriota romántico.  Su producción literaria no es muy amplia pero su poesía nos deja impregnados de nostalgia, sufrimiento, anhelos y desafíos.
Pasaron los días
de paz y amistad
de amor y esperanza,
de fina lealtad.
Las glorias pasaron,
la gala y primor…
Quedaron recuerdos
de amargo sabor.

Algunos de los fragmentos de sus cartas se han convertido en verdaderas piezas de divulgación de su pensamiento:

 "Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria".
   
Era políglota,  hablaba inglés, francés, alemán y portugués, además de enseñar estos idiomas tradujo algunas obras al español. 

Perteneció a la Logia masónica Constante Unión donde se presume que alcanzó el grado 30 o consejo Kadosh.  En la minuta del 24 de junio de 1843 Duarte aparece con el cargo de “Arquitecto”.    Se entiende que sus principios masónicos fueron determinantes para la creación de la sociedad secreta La Trinitaria.  Ésta, constituida originalmente por nueve miembros divididos en tres grupos iguales  tenían un sistema de comunicación por medio de toques que significaban: confianza, sospecha, afirmación, negación.   Además guardaban por medio de un alfabeto criptológico todo lo que convenía mantener en secreto.   Los nueve miembros firmaron con sangre de sus venas el Juramento Trinitario.

Con el objetivo de difundir las ideas liberales por medio de la presentación de obras teatrales se fundaron otras dos sociedades La Filantrópica, bajo el lema de “Paz, unión y amistad”  y más tarde La Dramática. Presentando obras como: “Roma Libre”, del dramaturgo Italiano Vittorio Alfieri,  “La viuda de Padilla” de Francisco Martínez de la Rosa,  “Un día 23 en Cádiz” de Eugenio Ochoa, entre otras.

Sin embargo, los sacrificios hechos por este gran hombre,  luego de consumada la separación definitiva de Haití tuvieron como premio el exilio. Al parecer nuestros próceres están condenados al ostracismo o la muerte.   Aún así, cuando Duarte entendió que se había socavado la soberanía nacional,  volvió a su patria poniendo al orden, en contra de la anexión a España, su pensamiento y su espada.  Dispuesto a luchar y morir si fuera necesario.

¿Qué tanto sabemos de la vida y obra del prócer que ideó nuestra independencia?  En el año 1981,  el presidente Antonio Guzmán Fernández,  promulgó la ley 370-81,  la cual en su artículo primero estipula que es “obligatoria la enseñanza y divulgación de la vida y obra del Patriota Juan Pablo Duarte,  tanto en las escuelas públicas como colegios y escuelas privadas, a fin de que sea medular el conocimiento de nuestro gran valor histórico político”.  Esta ley,  me imagino,  va más allá de que nuestros estudiantes lean en voz alta una biografía resumida,  en los días próximos a celebrar su natalicio.  El escritor Máximo Vega considera inapropiado que el estudio de la vida y obra del arquitecto de nuestra independencia de haga de manera obligatoria.  Piensa,  que esto debe ser un acto voluntario, natural.   Aún estando de acuerdo con lo que él plantea, lo cierto es que la realidad dominicana es otra.

Una encuesta realizada en el 1994,  sobre “¿Quién es la persona más admirada en el país?” arrojó el siguiente resultado: un 36% dijo admirar a un familiar (especialmente la madre), un 22% al Dr. Joaquín Balaguer, otros elegían artistas o deportistas de la época,  sólo un 5% dijo admirar a Juan Pablo Duarte. ¿A qué se debe este desinterés? ¿Por qué no nos identificamos con la vida y obra de este gran dominicano?   No es falta de empatía, es porque no lo conocemos. 

Necesitamos despertar el Orgullo Nacional.  Saber que si hoy nos llamamos dominicanos es gracias a ese hombre que nos imaginó como una nación libre y soberana.  Que debía organizarse sobre la base de una democracia representativa.   Que sus gobernantes debían ser elegidos por el pueblo en elecciones libres.  Ese hombre que sacrificó su vida en pro de sus ideales.

 Decir, que el sistema educativo ha fallado en inculcarnos los principios y valores duartianos es un acto de irresponsabilidad.   Estamos en la era de la comunicación.  El conocimiento está al alcance de todos.   Si su programa pedagógico,  en la educación básica o en la universidad,  no incluye una materia que se especialice en Juan Pablo Duarte como sujeto y objeto de estudio,  exijan que así se haga.  Y si no, entonces investiguen por cuenta propia.   Cumplan con su deber como dominicanos. Valoren el esfuerzo hecho por un puñado de hombres y mujeres que no se conformaron con que le impusieran un gobierno, un idioma,  con que cerraran la universidad.  Conozcan su historia.  Entonces sí podrán considerarse como individuos libres.  Como entes pensantes,  conscientes de su papel en la sociedad.  Responsables de su destino.  Con capacidad para exigir respeto.   Proclamar ante Dios y ante el mundo,  nuestra soberanía y defenderla en cualquier escenario.

A más doscientos años del natalicio del arquitecto de nuestra independencia,  debemos reflexionar sobre su legado.   El ideal de una Patria libre e independiente.  Recordemos sus palabras: “Aprovechemos el tiempo”,  “Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”.    Si nos olvidamos de su ideal, entonces sí podemos decir que su sacrificio fue en vano.   De nada valió su lucha,  ni su exilio, ni su muerte…  


Hagamos el compromiso de que las nuevas generaciones conozcan y valoren la vida y obra de ese gran hombre a quien con orgullo, todos y cada uno de los dominicanos debemos llamar: JUAN PABLO DUARTE,  PADRE DE LA PATRIA. 


jueves, 14 de enero de 2016

Alexis Zorba El Griego

 por: Sandra Tavárez

Nuestra cabeza se llena de imágenes y pensamientos al escuchar la palabra Zorba,  indefectiblemente pensamos en la libertad,  en Niko Kanzantzakis, el escritor de obras  controversiales como La Última Tentación y tan humanas como Alexis Zorba el Griego.

Kazantzakis, escritor nacido en Creta (Grecia) en el año 1883,  que alguna vez se sintió atraído por el comunismo,  que vivió durante seis meses en un monasterio para acercarse a Cristo y que luego fue excomulgado de la iglesia Ortodoxa.   El mismo que fue nominado al premio Nobel de Literatura, nos presenta un mundo llamado Zorba,  sin ataduras materiales ni espirituales,  libre,  sin pasado ni futuro.  Entregado a un eterno presente que le permite disfrutar la vida como si cada instante fuera el último que le estuviera permitido vivir,  y frente a él un personaje más lógico que no podía evitar maravillarse ante la sola presencia de Zorba y de cómo este comulgaba con el universo: “cómo su alma, su cuerpo formaban un todo armonioso… mujeres, pan, agua, carne, sueño, se confundían alegremente con su carne y se convertían en Zorba”.

Esta obra narrada en primera persona, manifiesta las ideas de libertad de su creador.   Su repudio a la guerra cuando expresa: “de dónde surgirá ese impulso que nos lleva a arrojarnos contra otro hombre, que no nos ha causado daño alguno… al mismo tiempo que invocamos la ayuda de Dios”

Kazatzakis nos revela su amor por su tierra y por la literatura comparando el paisaje cretense con la buena prosa.  Se ve reflejado en la figura de Zorba (libre, vivo),  en su patrón (un devorador de libros a quien su mejor amigo llamaba “rata papiróvora”) y en este último, su amigo, quien sale en auxilio de los griegos que se encuentran  en medio de la guerra.

Como toda gran obra,  cada uno de los elementos y personajes son imprescindibles,  no la imagino sin la presencia del santuri,  más que un simple instrumento de cuerda, es un ser animado,  que decide cuándo quiere ser tocado,  llenando a quien lo escuche de una alegría espiritual indefinible. El baile, es otro de los elementos esenciales y según el propio Zorba más que movimientos rítmicos es lenguaje,  un medio de comunicación,  y cuando el patrón trata de explicarle algún concepto que en su ingenuidad, casi primitiva, él no alcanza a comprender le dice,  si pudieras bailarlo,  te entendería.

Zorba,  a primera vista, parece misógino,  se refiere a las mujeres como “la especie hembra”,  las define como “bestias” y asegura que la primera mujer no fue creada de una costilla de Adán, sino de los cuernos del diablo.  Sin embargo, cuando está con una mujer,  como su “Bubulina”, una prostituta vieja, gorda, derrotada, él se entrega por entero,  haciéndola sentir amada, deseada.  Y en ocasiones es capaz de poner en riesgo su propia vida para proteger la integridad física o moral de una mujer.  Prefiere las viudas,  ya que ve en estas, seres ávidos de compartir su cariño.  

A veces, Zorba se ve asediado por dudas existenciales como:  “qué es el hombre,  para qué está en la superficie de la tierra”.  Él no lo sabía, pero su patrón, quien había devorado cientos de libros, tampoco tenía la respuesta.   Y como un niño olvidaba rápidamente esta preocupación.   Cedía a la buena comida,  al santuri.  Volvía al presente, el único tiempo que vale la pena mencionar.  Para él la felicidad reside en: “un vaso de vino,  una castaña… el rumor del mar”.

Zorba se entrega por entero a todo lo que hace.  Lo mismo si hace el amor o si saca lignito de una montaña.  Su filosofía se basa en una pregunta: “¿Qué haces ahora Zorba? … pues entonces hazlo bien”.   En una ocasión cuando estaba dedicado a la alfarería decidió cortarse un dedo, porque le estorbaba.  ¿Qué tan convencidos debemos estar nosotros,  para atrevernos a cortar uno de nuestros miembros con el único objetivo de llegar a la perfección?  Si pensamos de manera convencional, lógica,  nunca encontraremos una razón fuerte como para tomar a esta decisión (al menos no en occidente).   Esto encierra una verdad: no somos libres.  Estamos atados a normas de comportamiento racional.   Pero para qué nos sirve la razón,  sin  nos quita la libertad.   Para qué quiero la razón,  si no me deja ser como Zorba.    Un súper hombre al que no le interesa  disimular su tristeza o su alegría.   Que baila cuando siente deseos de hacerlo,  ya frente al mar, ya frente al fuego.   Y por qué yo,  si amo el baile,  tanto como Zorba,  necesito un motivo, estar con otros,  incluso necesito música para poder bailar.   Por qué no, simplemente, consumar el deseo.   Porque no soy libre.  Porque hay miles de ojos que me observan. Y si un día voy caminando por la calle  y empiezo a bailar pensarán que enloquecí.   Hablo del baile por tomar un tema sencillo y universal.   Una de las cosas que más me maravilla de Zorba,   es su capacidad de  sorprenderse.   Su impresión de que está viendo algo por primera vez.   ¿Qué es aquello… ese milagro, patrón, ese azul estremecido que se ve allá?  ¿Cómo lo llaman? ¿Mar? ¿Mar?... te lo juro patrón es la primera vez que veo esto”.  

Lo  cotidiano se vuelve extraordinario y esto permite disfrutarlo hasta el infinito.  Deslumbrarnos hasta las lágrimas.   Descubrir que todo es nuevo para nuestros sentidos 


¡Oh,  Zorba! Qué maravilloso es beber vino por primera vez,  leer un libro por primera vez,  besar por primera vez.