jueves, 14 de enero de 2016

Alexis Zorba El Griego

 por: Sandra Tavárez

Nuestra cabeza se llena de imágenes y pensamientos al escuchar la palabra Zorba,  indefectiblemente pensamos en la libertad,  en Niko Kanzantzakis, el escritor de obras  controversiales como La Última Tentación y tan humanas como Alexis Zorba el Griego.

Kazantzakis, escritor nacido en Creta (Grecia) en el año 1883,  que alguna vez se sintió atraído por el comunismo,  que vivió durante seis meses en un monasterio para acercarse a Cristo y que luego fue excomulgado de la iglesia Ortodoxa.   El mismo que fue nominado al premio Nobel de Literatura, nos presenta un mundo llamado Zorba,  sin ataduras materiales ni espirituales,  libre,  sin pasado ni futuro.  Entregado a un eterno presente que le permite disfrutar la vida como si cada instante fuera el último que le estuviera permitido vivir,  y frente a él un personaje más lógico que no podía evitar maravillarse ante la sola presencia de Zorba y de cómo este comulgaba con el universo: “cómo su alma, su cuerpo formaban un todo armonioso… mujeres, pan, agua, carne, sueño, se confundían alegremente con su carne y se convertían en Zorba”.

Esta obra narrada en primera persona, manifiesta las ideas de libertad de su creador.   Su repudio a la guerra cuando expresa: “de dónde surgirá ese impulso que nos lleva a arrojarnos contra otro hombre, que no nos ha causado daño alguno… al mismo tiempo que invocamos la ayuda de Dios”

Kazatzakis nos revela su amor por su tierra y por la literatura comparando el paisaje cretense con la buena prosa.  Se ve reflejado en la figura de Zorba (libre, vivo),  en su patrón (un devorador de libros a quien su mejor amigo llamaba “rata papiróvora”) y en este último, su amigo, quien sale en auxilio de los griegos que se encuentran  en medio de la guerra.

Como toda gran obra,  cada uno de los elementos y personajes son imprescindibles,  no la imagino sin la presencia del santuri,  más que un simple instrumento de cuerda, es un ser animado,  que decide cuándo quiere ser tocado,  llenando a quien lo escuche de una alegría espiritual indefinible. El baile, es otro de los elementos esenciales y según el propio Zorba más que movimientos rítmicos es lenguaje,  un medio de comunicación,  y cuando el patrón trata de explicarle algún concepto que en su ingenuidad, casi primitiva, él no alcanza a comprender le dice,  si pudieras bailarlo,  te entendería.

Zorba,  a primera vista, parece misógino,  se refiere a las mujeres como “la especie hembra”,  las define como “bestias” y asegura que la primera mujer no fue creada de una costilla de Adán, sino de los cuernos del diablo.  Sin embargo, cuando está con una mujer,  como su “Bubulina”, una prostituta vieja, gorda, derrotada, él se entrega por entero,  haciéndola sentir amada, deseada.  Y en ocasiones es capaz de poner en riesgo su propia vida para proteger la integridad física o moral de una mujer.  Prefiere las viudas,  ya que ve en estas, seres ávidos de compartir su cariño.  

A veces, Zorba se ve asediado por dudas existenciales como:  “qué es el hombre,  para qué está en la superficie de la tierra”.  Él no lo sabía, pero su patrón, quien había devorado cientos de libros, tampoco tenía la respuesta.   Y como un niño olvidaba rápidamente esta preocupación.   Cedía a la buena comida,  al santuri.  Volvía al presente, el único tiempo que vale la pena mencionar.  Para él la felicidad reside en: “un vaso de vino,  una castaña… el rumor del mar”.

Zorba se entrega por entero a todo lo que hace.  Lo mismo si hace el amor o si saca lignito de una montaña.  Su filosofía se basa en una pregunta: “¿Qué haces ahora Zorba? … pues entonces hazlo bien”.   En una ocasión cuando estaba dedicado a la alfarería decidió cortarse un dedo, porque le estorbaba.  ¿Qué tan convencidos debemos estar nosotros,  para atrevernos a cortar uno de nuestros miembros con el único objetivo de llegar a la perfección?  Si pensamos de manera convencional, lógica,  nunca encontraremos una razón fuerte como para tomar a esta decisión (al menos no en occidente).   Esto encierra una verdad: no somos libres.  Estamos atados a normas de comportamiento racional.   Pero para qué nos sirve la razón,  sin  nos quita la libertad.   Para qué quiero la razón,  si no me deja ser como Zorba.    Un súper hombre al que no le interesa  disimular su tristeza o su alegría.   Que baila cuando siente deseos de hacerlo,  ya frente al mar, ya frente al fuego.   Y por qué yo,  si amo el baile,  tanto como Zorba,  necesito un motivo, estar con otros,  incluso necesito música para poder bailar.   Por qué no, simplemente, consumar el deseo.   Porque no soy libre.  Porque hay miles de ojos que me observan. Y si un día voy caminando por la calle  y empiezo a bailar pensarán que enloquecí.   Hablo del baile por tomar un tema sencillo y universal.   Una de las cosas que más me maravilla de Zorba,   es su capacidad de  sorprenderse.   Su impresión de que está viendo algo por primera vez.   ¿Qué es aquello… ese milagro, patrón, ese azul estremecido que se ve allá?  ¿Cómo lo llaman? ¿Mar? ¿Mar?... te lo juro patrón es la primera vez que veo esto”.  

Lo  cotidiano se vuelve extraordinario y esto permite disfrutarlo hasta el infinito.  Deslumbrarnos hasta las lágrimas.   Descubrir que todo es nuevo para nuestros sentidos 


¡Oh,  Zorba! Qué maravilloso es beber vino por primera vez,  leer un libro por primera vez,  besar por primera vez.

3 comentarios:

  1. excelente novela y excelente comentario. Y excelente película, también.

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  2. No, no somos libres en lo absoluto. Todos somos hijos del sistema, un sistema que dicta como debes sentarte, con quien debes casarte, incluso los lugares que puedes visitar. Todo esto sin que lo notes.

    No he tenido la oportunidad de leer la novela, pero al leer tus comentarios recuerdo las palabras de Trinity para Neo: “the Matrix has you”.

    Gracias por compartir estos pensamientos con el mundo.

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  3. Muito obrigado por compartilhar o seu comentário querida Sandrinha!

    Att.
    Fidel Cepin

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