lunes, 25 de enero de 2016

Juan Pablo Duarte

Por: Sandra Tavárez

Nace el 26 de enero de 1813. Su padre un comerciante Español,  su madre una mujer amorosa de carácter apacible nacida en Villa de Santa Cruz, El Seibo.  Hoy a más de  doscientos años de su nacimiento notamos que el pensamiento duartiano se ha diluido, esta negación empezó desde el nacimiento de la llamada República Dominicana,  porque nosotros, desterramos de esta tierra en más de una ocasión a quien ideara nuestro  concepto de independencia.


Duarte fue un visionario,  gestó nuestra nación bajo el lema de: Dios, Patria y Libertad,  afirmando con esto nuestra fe cristiana, nuestro amor a la tierra que nos vio nacer y nuestro derecho a ser libres.

Al momento de acontecer lo que los historiadores han llamado la Independencia Efímera, de José Núñez de Cáceres, Duarte solo contaba con ocho años de edad,  de algún modo este deseo de emancipación echó raíces en su mente y en su corazón.

A la edad de quince años fue enviado a Inglaterra para completar sus estudios, luego fue a Francia y más tarde a España.   Los cambios que en aquella época se produjeron en Alemania y Francia,  y los grandes acontecimientos acaecidos en España,  contribuyeron a crear el ideario político de Duarte.  La oportunidad de recibir una educación liberal  fue determinante en su formación.  Siendo testigo de los derechos que tenían los europeos y reconociendo que somos un pueblo con identidad propia,  la idea de independencia empezó a germinar en su cabeza.  El derecho a su pueblo de ser libre e independiente.    

El escritor Máximo Vega,  en El libro de los últimos días,  sostiene que Duarte fue un hombre de una sola idea: La Patria.   Duarte en septiembre de 1843  en su primer exilio dice: “Mi pensamiento, mi alma, yo todo,  no me pertenecía: mi carísima Patria absorbía mi mente,  llenaba mi corazón y sólo viviría por ella”.

Ese hombre cuyo único pensamiento era la Patria,  fue condenado al exilio en tres ocasiones,  primero por extranjeros invasores, luego por malos dominicanos.  Finalmente murió lejos de su tierra.

En el libro Vicisitudes  de Juan Pablo Duarte el escritor Juan Daniel Balcácer señala que Duarte “Profesó una doctrina política fundamentada en el sistema democrático…”  Parafraseando aquel poema de Jorge Luis Borges que dice: “¿De qué puede servirme que aquel hombre / sufriera, si yo sufro ahora?, el historiador, Balcácer escribe: ¿De qué ha servido que Duarte sufriera por nosotros, / si los dominicanos también sufrimos ahora?

Juan Pablo Duarte fue proclamado Presidente de la República por el Cibao.  No aceptó tal distinción porque entendía que quien gobernara la novel Nación debía ser escogido por medio de elecciones libres. 

Aunque su vida está revestida de una ligera niebla debemos, sacar a la luz  todo aquello que él representa.   Juan Pablo Duarte era poeta, un patriota romántico.  Su producción literaria no es muy amplia pero su poesía nos deja impregnados de nostalgia, sufrimiento, anhelos y desafíos.
Pasaron los días
de paz y amistad
de amor y esperanza,
de fina lealtad.
Las glorias pasaron,
la gala y primor…
Quedaron recuerdos
de amargo sabor.

Algunos de los fragmentos de sus cartas se han convertido en verdaderas piezas de divulgación de su pensamiento:

 "Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria".
   
Era políglota,  hablaba inglés, francés, alemán y portugués, además de enseñar estos idiomas tradujo algunas obras al español. 

Perteneció a la Logia masónica Constante Unión donde se presume que alcanzó el grado 30 o consejo Kadosh.  En la minuta del 24 de junio de 1843 Duarte aparece con el cargo de “Arquitecto”.    Se entiende que sus principios masónicos fueron determinantes para la creación de la sociedad secreta La Trinitaria.  Ésta, constituida originalmente por nueve miembros divididos en tres grupos iguales  tenían un sistema de comunicación por medio de toques que significaban: confianza, sospecha, afirmación, negación.   Además guardaban por medio de un alfabeto criptológico todo lo que convenía mantener en secreto.   Los nueve miembros firmaron con sangre de sus venas el Juramento Trinitario.

Con el objetivo de difundir las ideas liberales por medio de la presentación de obras teatrales se fundaron otras dos sociedades La Filantrópica, bajo el lema de “Paz, unión y amistad”  y más tarde La Dramática. Presentando obras como: “Roma Libre”, del dramaturgo Italiano Vittorio Alfieri,  “La viuda de Padilla” de Francisco Martínez de la Rosa,  “Un día 23 en Cádiz” de Eugenio Ochoa, entre otras.

Sin embargo, los sacrificios hechos por este gran hombre,  luego de consumada la separación definitiva de Haití tuvieron como premio el exilio. Al parecer nuestros próceres están condenados al ostracismo o la muerte.   Aún así, cuando Duarte entendió que se había socavado la soberanía nacional,  volvió a su patria poniendo al orden, en contra de la anexión a España, su pensamiento y su espada.  Dispuesto a luchar y morir si fuera necesario.

¿Qué tanto sabemos de la vida y obra del prócer que ideó nuestra independencia?  En el año 1981,  el presidente Antonio Guzmán Fernández,  promulgó la ley 370-81,  la cual en su artículo primero estipula que es “obligatoria la enseñanza y divulgación de la vida y obra del Patriota Juan Pablo Duarte,  tanto en las escuelas públicas como colegios y escuelas privadas, a fin de que sea medular el conocimiento de nuestro gran valor histórico político”.  Esta ley,  me imagino,  va más allá de que nuestros estudiantes lean en voz alta una biografía resumida,  en los días próximos a celebrar su natalicio.  El escritor Máximo Vega considera inapropiado que el estudio de la vida y obra del arquitecto de nuestra independencia de haga de manera obligatoria.  Piensa,  que esto debe ser un acto voluntario, natural.   Aún estando de acuerdo con lo que él plantea, lo cierto es que la realidad dominicana es otra.

Una encuesta realizada en el 1994,  sobre “¿Quién es la persona más admirada en el país?” arrojó el siguiente resultado: un 36% dijo admirar a un familiar (especialmente la madre), un 22% al Dr. Joaquín Balaguer, otros elegían artistas o deportistas de la época,  sólo un 5% dijo admirar a Juan Pablo Duarte. ¿A qué se debe este desinterés? ¿Por qué no nos identificamos con la vida y obra de este gran dominicano?   No es falta de empatía, es porque no lo conocemos. 

Necesitamos despertar el Orgullo Nacional.  Saber que si hoy nos llamamos dominicanos es gracias a ese hombre que nos imaginó como una nación libre y soberana.  Que debía organizarse sobre la base de una democracia representativa.   Que sus gobernantes debían ser elegidos por el pueblo en elecciones libres.  Ese hombre que sacrificó su vida en pro de sus ideales.

 Decir, que el sistema educativo ha fallado en inculcarnos los principios y valores duartianos es un acto de irresponsabilidad.   Estamos en la era de la comunicación.  El conocimiento está al alcance de todos.   Si su programa pedagógico,  en la educación básica o en la universidad,  no incluye una materia que se especialice en Juan Pablo Duarte como sujeto y objeto de estudio,  exijan que así se haga.  Y si no, entonces investiguen por cuenta propia.   Cumplan con su deber como dominicanos. Valoren el esfuerzo hecho por un puñado de hombres y mujeres que no se conformaron con que le impusieran un gobierno, un idioma,  con que cerraran la universidad.  Conozcan su historia.  Entonces sí podrán considerarse como individuos libres.  Como entes pensantes,  conscientes de su papel en la sociedad.  Responsables de su destino.  Con capacidad para exigir respeto.   Proclamar ante Dios y ante el mundo,  nuestra soberanía y defenderla en cualquier escenario.

A más doscientos años del natalicio del arquitecto de nuestra independencia,  debemos reflexionar sobre su legado.   El ideal de una Patria libre e independiente.  Recordemos sus palabras: “Aprovechemos el tiempo”,  “Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”.    Si nos olvidamos de su ideal, entonces sí podemos decir que su sacrificio fue en vano.   De nada valió su lucha,  ni su exilio, ni su muerte…  


Hagamos el compromiso de que las nuevas generaciones conozcan y valoren la vida y obra de ese gran hombre a quien con orgullo, todos y cada uno de los dominicanos debemos llamar: JUAN PABLO DUARTE,  PADRE DE LA PATRIA. 


jueves, 14 de enero de 2016

Alexis Zorba El Griego

 por: Sandra Tavárez

Nuestra cabeza se llena de imágenes y pensamientos al escuchar la palabra Zorba,  indefectiblemente pensamos en la libertad,  en Niko Kanzantzakis, el escritor de obras  controversiales como La Última Tentación y tan humanas como Alexis Zorba el Griego.

Kazantzakis, escritor nacido en Creta (Grecia) en el año 1883,  que alguna vez se sintió atraído por el comunismo,  que vivió durante seis meses en un monasterio para acercarse a Cristo y que luego fue excomulgado de la iglesia Ortodoxa.   El mismo que fue nominado al premio Nobel de Literatura, nos presenta un mundo llamado Zorba,  sin ataduras materiales ni espirituales,  libre,  sin pasado ni futuro.  Entregado a un eterno presente que le permite disfrutar la vida como si cada instante fuera el último que le estuviera permitido vivir,  y frente a él un personaje más lógico que no podía evitar maravillarse ante la sola presencia de Zorba y de cómo este comulgaba con el universo: “cómo su alma, su cuerpo formaban un todo armonioso… mujeres, pan, agua, carne, sueño, se confundían alegremente con su carne y se convertían en Zorba”.

Esta obra narrada en primera persona, manifiesta las ideas de libertad de su creador.   Su repudio a la guerra cuando expresa: “de dónde surgirá ese impulso que nos lleva a arrojarnos contra otro hombre, que no nos ha causado daño alguno… al mismo tiempo que invocamos la ayuda de Dios”

Kazatzakis nos revela su amor por su tierra y por la literatura comparando el paisaje cretense con la buena prosa.  Se ve reflejado en la figura de Zorba (libre, vivo),  en su patrón (un devorador de libros a quien su mejor amigo llamaba “rata papiróvora”) y en este último, su amigo, quien sale en auxilio de los griegos que se encuentran  en medio de la guerra.

Como toda gran obra,  cada uno de los elementos y personajes son imprescindibles,  no la imagino sin la presencia del santuri,  más que un simple instrumento de cuerda, es un ser animado,  que decide cuándo quiere ser tocado,  llenando a quien lo escuche de una alegría espiritual indefinible. El baile, es otro de los elementos esenciales y según el propio Zorba más que movimientos rítmicos es lenguaje,  un medio de comunicación,  y cuando el patrón trata de explicarle algún concepto que en su ingenuidad, casi primitiva, él no alcanza a comprender le dice,  si pudieras bailarlo,  te entendería.

Zorba,  a primera vista, parece misógino,  se refiere a las mujeres como “la especie hembra”,  las define como “bestias” y asegura que la primera mujer no fue creada de una costilla de Adán, sino de los cuernos del diablo.  Sin embargo, cuando está con una mujer,  como su “Bubulina”, una prostituta vieja, gorda, derrotada, él se entrega por entero,  haciéndola sentir amada, deseada.  Y en ocasiones es capaz de poner en riesgo su propia vida para proteger la integridad física o moral de una mujer.  Prefiere las viudas,  ya que ve en estas, seres ávidos de compartir su cariño.  

A veces, Zorba se ve asediado por dudas existenciales como:  “qué es el hombre,  para qué está en la superficie de la tierra”.  Él no lo sabía, pero su patrón, quien había devorado cientos de libros, tampoco tenía la respuesta.   Y como un niño olvidaba rápidamente esta preocupación.   Cedía a la buena comida,  al santuri.  Volvía al presente, el único tiempo que vale la pena mencionar.  Para él la felicidad reside en: “un vaso de vino,  una castaña… el rumor del mar”.

Zorba se entrega por entero a todo lo que hace.  Lo mismo si hace el amor o si saca lignito de una montaña.  Su filosofía se basa en una pregunta: “¿Qué haces ahora Zorba? … pues entonces hazlo bien”.   En una ocasión cuando estaba dedicado a la alfarería decidió cortarse un dedo, porque le estorbaba.  ¿Qué tan convencidos debemos estar nosotros,  para atrevernos a cortar uno de nuestros miembros con el único objetivo de llegar a la perfección?  Si pensamos de manera convencional, lógica,  nunca encontraremos una razón fuerte como para tomar a esta decisión (al menos no en occidente).   Esto encierra una verdad: no somos libres.  Estamos atados a normas de comportamiento racional.   Pero para qué nos sirve la razón,  sin  nos quita la libertad.   Para qué quiero la razón,  si no me deja ser como Zorba.    Un súper hombre al que no le interesa  disimular su tristeza o su alegría.   Que baila cuando siente deseos de hacerlo,  ya frente al mar, ya frente al fuego.   Y por qué yo,  si amo el baile,  tanto como Zorba,  necesito un motivo, estar con otros,  incluso necesito música para poder bailar.   Por qué no, simplemente, consumar el deseo.   Porque no soy libre.  Porque hay miles de ojos que me observan. Y si un día voy caminando por la calle  y empiezo a bailar pensarán que enloquecí.   Hablo del baile por tomar un tema sencillo y universal.   Una de las cosas que más me maravilla de Zorba,   es su capacidad de  sorprenderse.   Su impresión de que está viendo algo por primera vez.   ¿Qué es aquello… ese milagro, patrón, ese azul estremecido que se ve allá?  ¿Cómo lo llaman? ¿Mar? ¿Mar?... te lo juro patrón es la primera vez que veo esto”.  

Lo  cotidiano se vuelve extraordinario y esto permite disfrutarlo hasta el infinito.  Deslumbrarnos hasta las lágrimas.   Descubrir que todo es nuevo para nuestros sentidos 


¡Oh,  Zorba! Qué maravilloso es beber vino por primera vez,  leer un libro por primera vez,  besar por primera vez.